miércoles, marzo 07, 2012

EL FRG 2012: ¿ocaso de un forma de gestión partidaria?

EL FRG 2012: ¿ocaso de un forma de gestión partidaria?

 

La fundación del FRG a finales de los años ochenta coincide con la creación de diversas organizaciones partidistas constituidas en torno a liderazgos surgidos antes de 1986. Entre los demás destaca el caso de Álvaro Arzú y el PAN, quien habría ganado las elecciones municipales de 1982.

 

El FRG se organizó en torno a la figura del general Efraín Ríos Montt quien, ya para entonces, contaba en su haber con varios períodos de protagonismo en la política nacional, entre los que destacan por lo menos dos: su victoria electoral en 1974 y su gestión gubernamental 1982-1983. Muchos de los principales integrantes iniciales del FRG eran correligionarios del general Ríos Montt desde 1982.

 

Estos elementos imprimieron al FRG, desde su fundación, un carácter distinto a las demás organizaciones partidarias surgidas en la misma época:

 

·        La oferta electoral del partido representaba, más que un proyecto, una forma de conducción estatal específica (la que tuvo lugar entre 1982 y 1983).

·        El partido contó desde el inicio, formalmente o no, con una doctrina que en los años noventa queda plasmada en sus estatutos y el manual correspondiente.

·        El partido fue de oposición desde el inicio, más que a los gobiernos de turno, al establishment en tanto ninguna otra organización era encabezada por un líder constitucionalmente excluido de participar como candidato presidencial (incluso su familia).

 

Asimismo, el FRG compartió con las demás organizaciones partidarias surgidas en el marco de la Ley Electoral vigente desde 1985 una característica común básica: su principal capital electoral estuvo constituido por su máximo líder en torno a quien –y su familia- y su "suerte electoral" tenía lugar la vida partidaria y se definía el destino de la organización.

 

Aunque formalmente todos los partidos cuentan con una estructura y una "vida interna" que da lugar a la participación equitativa de sus integrantes, en la práctica las decisiones del máximo líder tienen carácter definitivo. Esta autoridad, auténtico derecho de veto para las decisiones más importantes, se "derrama" sobre su entorno más cercano constituido por familiares y otros líderes y allegados, relativamente incondicionales al criterio y los intereses de aquél.

 

Esa forma de conducir el partido hizo posible que un "recién llegado", incluso desde la oposición, fuera su candidato presidencial en 1995: Alfonso Portillo Cabrera. Sería, también, una de las principales razones por las que no se logró la victoria en aquella ocasión. El "ajuste" a dicha forma de conducción partidaria, en términos de "mayor libertad de acción" a los liderazgos departamentales (y la "coordinadora portillista" en el área metropolitana), habría sido un factor crucial para la arrolladora victoria en segunda vuelta durante las elecciones de 1999. Paradójicamente, la eficacia de dicho "ajuste" demostraba también el agotamiento de la "forma tradicional" de gestionar el partido.

 

Esto último, sin embargo, no fue entendido así y para el año 2003 el FRG apostó todo su capital político acumulado –en el Ejecutivo, el Legislativo y en la CC- para revertir dos fallos constitucionales anteriores contra la participación electoral del general Ríos Montt y conseguir la aprobación de su candidatura.

 

En el año 2003 el FRG perdió la elección presidencial no habiendo llegado ni a segunda vuelta. Puede decirse, sin embargo, que ganó la elección a nivel legislativo y municipal pero, aunque constituía así la mayor fuerza de oposición al gobierno de turno, su papel fue mucho menos que beligerante respecto de la misma posición durante el gobierno del PAN en los años noventa. Parafraseando a un antiguo estratega militar puede decirse que no mostraba ya la misma disposición combativa.

 

Este período marca, en adelante, la erupción de las principales grietas internas que para la elección de 2007 se traducen en una bancada de poco más de un tercio de la obtenida en 2003 y para el 2011 en un solo diputado por el Distrito Central.

 

Dicho de otra manera: El FRG que ganó las elecciones presidenciales, legislativas y municipales de 1999 fue el mismo –básicamente- desde su fundación y el mismo también que perdió las contiendas de 2003, 2007 y 2011. Esta última derrota fue fatal, definitiva, al menos en términos de su viabilidad electoral, para ese FRG.

 

Es de hacer notar que lo que sucedió con ese FRG no es un hecho aislado. Junto a él también concluyeron su ciclo de vida los "vehículos" electorales de Álvaro Arzú y de la comandancia de la URNG, entre otros (antes lo hicieron también la DC, la original UCN y otros). Asimismo, la victoria de Otto Pérez Molina en la elección presidencial (que no lo fue en términos legislativos ni municipales) saca a flote otros elementos que dan lugar a pensar que aquellos fracasos electorales y ésta "victoria" son parte de un mismo proceso: el fin de la guerra interna, ahora en sus aspectos político partidistas.

 

Otto Pérez Molina es el último de los actores de la guerra y su conclusión formal -los Acuerdos de Paz- que podía llegar a la Presidencia de la República. Éste sería, entonces, el último gobierno de la guerra (a pesar que Alfonso Portillo creía que el suyo era el primer gobierno de la paz).

 

Los actores políticos, las tendencias ideológicas y con ellas también las maneras de hacer política dejaron de ser lo que eran (terminó lo "tradicional" visto al menos desde 1986) y el espacio –la "crisis de los partidos"- está abierto, en términos de oportunidad, para otras propuestas (distintas, en tanto no se centren en un caudillo o aspirante a tal).

 

También hay que decir que, junto al cierre del ciclo arriba indicado, no parece que "automática o espontáneamente" se esté dando el surgimiento de opciones claramente alternativas. Es decir, las organizaciones y "movimientos" en torno a figuras como Harold Caballeros y Adela Torrebiarte tienen de novedoso los nombres y las caras, pero no la manera de gestionar la fuerza partidaria. Entonces, la oportunidad abierta es aún más amplia con el único límite que imponen la Ley Electoral y otras aplicables.