miércoles, agosto 16, 2006

Estrellas de la Linea y Mario Roberto Morales

En elPeriódico del miércoles 16 de agosto de 2006 -en las páginas editoriales- Mario Roberto Morales publica una nota relativa a la película Las Estrellas de la Línea que termina así:
 
"El filme también nos muestra La Línea como una radiografía del alma enferma de Guatemala, pues la trama se mueve en un espacio en el que la falta de trabajo, la violencia, las mentalidades discriminatorias y a la vez melodramáticas, así como la miseria material, conviven con la entereza de hombres y mujeres pobres que, en primera línea de marginalidad, trabajan, educan a sus hijos, sufren, aman y cantan en medio de la podredumbre social y de espaldas a las buenas y malas conciencias que andan por ahí tratando de "salvarlas del pecado" en lugar de apoyarlas en su lucha por condiciones adecuadas de trabajo, en vista de que –como dice una de ellas– cumplen una importante función de distensión en la sociedad, aunque las conciencias farisaicas lo nieguen.

La Línea también puede verse como una cabal metáfora del modelo económico fracasado de la oligarquía y como el producto de la alegre ignorancia con la que explota y "gobierna" su finca, a la que con lujo de pompa suele llamar país e incluso nación, haciendo gala de un conocido cinismo bienpensante para el cual la economía despegaría como un cohete si tan solo amáramos a la patria lo suficiente y le cambiáramos su feo y maligno nombre por el más bonito de GuateÁmala."
 
Aunque, en primera instancia, pareciera que coincido con él en sus apreciaciones sobre el país (visto según la nota por mí publicada anteriormente al respecto) resulta que no.  La única razón por la que, que al final se vuelve cardinal, es que el considera a la oligarquía y sus esbirros ideológicos como ignorantes y fracasados y yo creo todo lo contrario: miden su éxito en plata y le sacan todo lo posible a este pedazo de geografía llamado Guatemala y ignorarán de los temas y fuentes donde bebe la intelectualidad, pero de su chance (sacarle la mugre al país y los habitantes incluidos) no hay cosa que no sepan de ida y de vuelta.
 
Pensar que, aún así, si "supieran" y si "hicieran" tal o cual cosa les iría mejor, es ignorar que no solo somos un país atrasado si no que también somos dependientes y subdesarrollados. El sistema a cambiar, o a esperar que cambie, no es nacional, es global.  Nosotros, aunque duela tener que reconocerlo, no somos más que el quinel, el desagüe a flor de tierra atrás de la pared del traspatio del mundo civilizado.  Nada más.