sábado, agosto 12, 2006

Cuestionamientos sobre el amor patrio

Cuestionamientos sobre el amor patrio

El amor es como un bello jardín: requiere cuidados meticulosos y permanentes y así como empieza muy concretamente con semillas y tierra para sembrarlas, eventualmente también termina. No importa si es el amor a la madre, a la pareja o a los hijos. Todo amor empieza en algún momento; no se da por sí solo ni espontáneamente sino a partir de algo. Y ese algo, tan diverso como los individuos cuando de los sentimientos personales se trata, no lo es tanto en el plano social, como sería el caso del amor por Guatemala.

Por qué amar a las madres? Pues en alguna medida porque así nos lo enseñaron. Lo demás, lo construyen ellas con sus actos. En el caso de la patria, de Guatemala, ¿no lo enseñan lo suficiente en la primaria, en la secundaria, en el ciclo diversificado y en la universidad? Por qué hace falta una campaña como la de Guate Ámala para recalcar el tema a los pocos que han tenido el privilegio de recibir educación en este país? Qué es lo que durante, por ejemplo, "el mes de la patria" convirtió a tantos discursos y actos cívicos en huera retórica y eventos vacíos?

Tal vez sea que, a diferencia de las madres que son amadas por sus actos por encima de cualquier otra razón, la sociedad guatemalteca no hace mayor cosa por completar la tarea escolar de comprometer emocionalmente a sus ciudadanos con la "madre de todos" que se supone es la patria. Dicho de otra manera: ¿a cuenta de qué vamos a amar al territorio, a la población, a las instituciones y a la institucionalidad que pretendemos llamar patria?

Sus razones, y muy buenas, tienen para amarla los pocos a quienes la patria otorga el privilegio de contar con los medios (tierra, bienes inmuebles, empresas o capital) suficientes para garantizar no solo la seguridad, sino la comodidad, la educación y la salud propia y de sus familias. Pero entonces, ¿no resulta extraño que sea a éstos "hijos bienaventurados de la patria", a quienes les sobran las razones concretas para amar y estar agradecidos con Guatemala, a quienes se dirija una campaña como la citada?

La respuesta es que no. Basta con que revisemos cómo y de qué viven quienes organizaron la campaña, así como los lugares, los horarios y los temas que escogieron para realizarla. ¿Cuántas empleadas domésticas y de maquilas, amas de casa, campesinos jornaleros, cortadores de caña y de café, se enteraron y luego tuvieron la oportunidad –el tiempo y el permiso en sus labores- para asistir? Cuántas de todas las empresas patrocinadoras dieron permiso siquiera un solo día a sus empleados para asistir a alguna de las actividades?

Y no se trata de pedir que cambien una pizca de lo que hacen y van a seguir haciendo. No se podría porque quienes promueven la campaña y la acuerpan sí que tienen razones para amar a la patria. Y están en su derecho de hacerlo saber y valer y hasta de tratar de convencernos de que su Guatemala, que a ellos les da tanto y a otros muchos nada, es digna de ser amada. Tanto es su derecho como los es de no creerles ni darse por enterados por parte de quienes no tienen trabajo, ni educación ni salud para sus hijos ni la seguridad de volver a su casa vivos al final de cada día.

En el peor de los casos lo que puede pasar es que tal vez alguno de los participantes despierta alguna inquietud por la falta de Estado y la consiguiente ausencia de una identidad nacional y actúa en consecuencia. Por otro lado, a muchos más nos va a quedar claro que hay una Guatemala para todos … casi para cada uno!  Total, obras son amores y no buenas razones.

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