sábado, agosto 12, 2006

TODO HA CAMBIADO, EXCEPTO NOSOTROS

TODO HA CAMBIADO, EXCEPTO NOSOTROS

Cualquiera que tenga o haya tenido en los últimos veinte años algún tipo de relación con organizaciones estudiantiles o populares, habrá participado, oído o leído sobre las movilizaciones de finales de los años setenta y principios de los ochenta.

No falta Desfile de la Huelga de Dolores, manifestación del uno de mayo o del veinte de octubre o evento similar del tipo impuesto –vía financiamiento– por la "cooperación internacional" como las caravanas de carros por motivos relacionados con cuestiones de género, étnicas, ecológicas, etc., al final de los cuales no se aborde el tema, muchas veces en torno a una mesa de cantina.

Al respecto se mencionan muchas cosas: los cuates vivos pero fugados a otros ámbitos; los muertos de enfermedad; los asesinados; los detenidos-desaparecidos; los caídos en combate; los perdidos; etc. Se habla también de las organizaciones, de los frentes, de las coordinadoras, de los colectivos, de las unidades de acción –de cómo jamás hubo tantas organizaciones o posibilidades de constituirlas pero nunca tan poca movilización–.  Algunos mencionan cómo se funcionaba entonces: verticalmente, siguiendo "la línea u orientación", o tipo "horda rompopera", aquel gentío amante del guaro, con muchos huevos y una leche de la gran puta.

En fin, muchas referencias pero la más común es, casi sin falta, hacia lo masivo y amplio de las movilizaciones.  Por un lado, la cantidad de personas que asistían a manifestaciones, plantones, mítines, conciertos y actividades de todo tipo. Por otro lado, la diversidad de organizaciones y orígenes de las mismas: estudiantiles y sindicales a la cabeza, seguidas de un mar de distintas reivindicaciones en torno a las cuales se aglutinaba o empezaban a aglutinarse de una u otra manera cientos de miles de personas.

La efervescencia social había contagiado a la mayoría relativa de la población urbana, metropolitana y del interior, de las capas medias medias para abajo. Rápidamente las reivindicaciones habían trascendido de lo gremial a lo social, de lo económico a lo político, de lo legal a lo revolucionario. Se vivía, si no una situación revolucionaria en ciernes, al menos una situación insurreccional.

Esto último se corresponde más con nuestra experiencia histórica, de cuyos precedentes más relevantes de los últimos cien años podemos mencionar: los ochos días de combates que llevaron a la caída de Estrada Cabrera en abril de 1920; las jornadas cívico-militares que llevaron a la renuncia primero de Ubico y luego de sus sucesores en el segundo semestre de 1944; las jornadas de marzo-abril de 1962; la huelga del CETE en 1978; la huelga del CUC por el aumento al salario mínimo a principios de 1980 y las numerosas jornadas de protesta contra el alza al precio del pasaje urbano (la última de esta modalidad culminó con la ocupación por parte del Ejército del campus central de la USAC el 5 de septiembre de 1985).

Hablamos en estos casos de situaciones insurreccionales que obligaron a los grupos hegemónicos a replantearse la modalidad en curso de ejercicio del poder. Estos grupos, cuya expresión económica más general sería el control de los medios y la producción para la exportación agrícola tradicional, habrían variado aunque poco durante varios períodos: de Estrada Cabrera a Ubico; de Peralta Azurdia a Lucas García y de Mejía Víctores a la fecha.

Aunque hoy por hoy la hegemonía política e ideológica siga estando en manos de estos sectores tradicionales, últimamente más en el sector azucarero, tal vez sea éste último período el menos claro al respecto. A pesar de sus múltiples variantes y subdivisiones, incluso las pugnas a su interior y sus traslapes, todos estos grupos hegemónicos en el ejercicio del poder real a lo largo de por lo menos los últimos ciento veinte años comparten la misma matriz ideológica: el oscurantismo represivo y genocida heredado de la colonia.  Pero que quede claro, nos referimos solo a la matriz, el origen último de su manera de ver, percibir, concebir y ejercer el poder político que deriva y al mismo tiempo conlleva su posición.

Esto debe resaltarse porque más allá, la transformación a otros niveles ha sido notable: del golpe de estado y el fraude electoral a la democracia representativa con elecciones técnicamente limpias y eficaces; de lo que la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de la ONU llamó en el 2000 el genocidio de principios de los años ochenta a la tolerancia de la organización política y reivindicativa.  Y todo esto en apenas una generación, algo así como veinte años.

Hoy, con todo lo que podamos alegar en contra del burocratismo y las dificultades procesales, no existen casos de secuestros, torturas, asesinatos y detenidos-desaparecidos por intentar formar un sindicato, por ejemplo.  Esto en comparación con lo que era la situación para el mismo propósito hace veinte años, o sea para organizarse legalmente y contar con el reconocimiento del Estado. Con esto tampoco se trata de decir, valga la rebuznancia, que todo sea fácil y rápido.  No, tal vez es tan lento y tortuoso como antes, pero no andan matando gente por intentarlo.  Este es el punto.

Por otro lado está la presencia internacional.  Ante ni existía eso de las agencias de cooperación, públicas y privadas, bilaterales, multilaterales, generales y especializadas, oficiales y alternativas y un largo etc. La mayoría de extranjeros vivía en Pana y en Antigua o trabajaba en una embajada. Hoy hay casi una agencia para cada tipo de proyecto.  Y casi todos sus agentes o representantes no nacidos en el país de origen de los fondos y mayores de treinta años militaron alguna vez en algo ya fuera en educación media, en la U, en el trabajo o en la misma ONG en la que "vieron la luz".  Pues bien, ahí está: capital humano no mal pagado, algunos en dólares y de a cuatro cifras, formado en todo lo que tiene que ver con hacer de este mundo un nuevo Edén (género, etnia, ecología, sostenibilidad, sustentabilidad, diversidad, equidad… como que de los 'ismos' hubiéramos evolucionado a las 'dades').

En el lugar que le corresponde siguen estando el Ejército –pegadito a los Presidentes, antes vía EMP ahora vía Guardia Presidencial- solo que luciendo oficiales que ya son profesionales universitarios apenas obtienen el grado de subteniente en lugar de los chafarotes gorilescos de nuestros años mozos.  Al final de cuentas el mismo matón, si se quiere, pero mucho mejor preparado para cumplir con su labor. La oligarquía, como siempre, encima de los Presidentes y del país pero amplia y profundamente involucrada en la cotidianeidad del ejercicio del poder.

Tal vez con excepción del movimiento unionista en 1920, el movimiento cívico-militar contra Ubico en 1944 y, como pariente enano, la buruca contra el autogolpe de Serrano en 1993, nunca ha habido tanta coincidencia de criterio y hasta confluencia organizativa entre la oligarquía, o al menos sus esbirros más confiables como serían los "dirigentes empresariales", la "comunidad internacional" y sus propios esbirros –sus empleado o "dirigentes" de las ONG que financian– y los ya casi inexistentes directivos gremiales, especialmente de pobladores, sindicales y campesinos. En este último grupo se incluirían solamente, y por eso son "ya casi inexistentes", aquellos que no vivan total o parcialmente del financiamiento externo a su propia organización.

En fin, estas mesas, multisectoriales, foros, instancias, frentes, coordinadoras, colectivos, etc. han abundado como los hongos últimamente.  De hecho, en el año dos mil uno hasta sacaron gente a la calle por decenas de miles –con el apoyo del comercio y la industria que paralizaron actividades en casi todo el país– en una amplia movilización en contra de la reforma tributaria que, hoy por hoy, solo promueven el Banco Mundial, el BID y el Ministerio de Finanzas, en ese orden. Otro buen ejemplo sería la Instancia Nacional de Consenso de la que luego se constituyó la Multisectorial Social en 1993 luego del retorno a la "institucionalidad" después del autogolpe de Serrano (ocasión en la que el movimiento popular y sindical no financiado desde el extranjero –como la CUSG y la CGTG- hubiera logrado importantes cuotas de poder sin precedentes a no ser por la estupidez política de la comandancia de URNG y sus esbirros en el país, encabezados por Byron Morales y Rigoberta Menchú Tum pero la historia juzgará a estos taxistas y pastilleros malditos).

Y no podían faltarnos: "los principales problemas del país" que al menos según nosotros, no parecen cambiar nunca. Nos basta con leer, por ejemplo, el discurso de toma de posesión del Presidente Arbenz el quince marzo de 1950 para darnos cuenta, en nuestra particular manera de ver las cosas, que "las tareas pendientes de la revolución" siguen intactas.

¿Entonces?  ¿Qué nos falta? ¡Ah, sí! El pueblo, el ingrediente fundamental y sine qua non. El pueblo.  El pueblo. Bueno, sí, el pueblo.  Pero, ¿quiénes son el pueblo?  Si la vanguardia dependiera del proletariado, nos jodimos porque éste prácticamente desapareció del mapa laboral y no es más que una vergonzosa minoría dentro de la PEA: solo tres de cada diez integrantes de la PEA activa tienen trabajo formal y de éstos, solo el dos por ciento está sindicalizado. Vaya vanguardia. En cuanto al campesinado, la otra "fuerza motriz", dejó de estar organizado por mejores salarios y condiciones de trabajo -¿recuerdan la huelga del CUC a principios de 1980?- sino por la compra y arrendamiento de tierras vía el Fontierras y otras entidades y el financiamiento de sus proyectos productivos, todo esto en conjunto con los "empresarios agrícolas" (el mismo cafetalero o cañero expoliador solo que con corbata y oficina en la zona viva).

Y no solo la magnitud y orientación política –para llamarla de manera pomposa- del proletariado y sus sectores fundamentales ha cambiado.  Cambió también la distribución geográfica de la población: ya no solo es urbana y rural, sino también migrante, con 1.5 guatemaltecos por cada 10 trabajando en el norte. La composición del ingreso también cambió; cambió la composición de la economía por importancia de sus sectores según su contribución al ingreso nacional; y el eje de la economía desde la colonia –la exportación de productos agrícolas cultivados extensivamente con mano de obra masiva, barata y estacional- pasó a la historia: hoy por hoy las "remesas familiares" suman casi cuatro veces los ingresos por las importaciones agrícolas de los productos tradicionales y sin éstas y sin el lavado de dinero del narcotráfico –habiendo muchos que cuestionan la diferencia entre una y otra– este país prácticamente no existiría económica y financieramente hablando.

¿Qué ha pasado entonces? ¿No que los motivos para luchar siguen siendo los mismos?  Y habiendo más libertad y respeto a los derechos fundamentales que durante las mounstrosas dictaduras militares, ¿por qué no vivimos tsunamis populares que arrasen el orden opresor y liberen por siempre a la gente, al país, al istmo centroamericano, a mesoamérica, a américa latina, a toda américa y al mundo de la pobreza, el atraso, el subdesarrollo, etc., etc., etc.?

¿Por qué con una oligarquía proclive a "llegar a acuerdos" a través de múltiples instancias y mecanismos, con tantos operadores experimentados y capacitados en los temas más "cool" de la agenda new age en los países desarrollados y un ejército limitado a sus cuarteles y un ambiente en el cual "arrasar" organizaciones populares al estilo luquista de la CNT el 21 de junio de 1980, no florece la democracia participativa, se depura el sistema político de partidos, se hace eficiente y eficaz la justicia y se avanza en la educación y salud universales, todo esto en un marco de cogestión y cogobierno de masas-oligarcas de la mejor estirpe democrática?

¿Por qué no hay más y mejores movilizaciones, por concurridas y efectivas? ¿Por qué hay más pobres en términos relativos y absolutos? ¿Por qué a pesar de veinte años de gobiernos municipales del Pan siguen vigentes y empeorando los tres principales problemas de la ciudad: agua, basura y transporte y la gente vota al Mono de Oro como el tercer mejor alcalde del mundo? ¿Para empezar, por qué lo reeligen?

Las respuestas que intentamos a éstas y otras tantas preguntas no logran satisfacer a nadie.  Más bien lastiman.  Todo ha cambiado tanto. Las gentes. Los lugares.  Las cosas.  Las situaciones. Los unos de mayo y los veintes de octubre con miles de marchistas y mítines multitudinarios son solo fotos de album y videos borrosos. Ahora prefieren cabildear para obtener una audiencia que quemar un bus para ser tomados en cuenta.  Lo peor es que ni por una vía ni por la otra se resuelve nada.

Todo está peor, al menos según nosotros.  Todo va en la dirección equivocada, al menos según nosotros. Al menos según lo que creíamos que tenían que ser las cosas, hace veinte años.  Las cosas por las que no morimos como tantos otros.  Tal vez ese sea el problema. Tal vez ahora demasiado panzones, menos bolos y más enfermos, peinando canas o lustrando calvas, viendo pasar la vida y la historia sin percatarnos, o sin querer ver, que  TODO HA CAMBIADO, EXCEPTO NOSOTROS.

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