sábado, agosto 12, 2006

La crisis permanente

La crisis permanente

Guatemala es un país atrasado, dependiente y subdesarrollado. Atrasado, como lo demuestran todos los indicadores y niveles de desarrollo humano, económico y social. Dependiente dado que, sin el 'exterior', el país no sobrevive ya no solo en lo financiero y político, sino hasta en lo que a alimentación y salud se refiere. Somos un país subdesarrollado porque aunque contamos con las principales características –especialmente las superestructurales– de los países capitalistas desararollados, dichas características no son generalizadas, ni 'sistémicas' ni mucho menos esenciales para el funcionamiento de nuestra sociedad.  Algunas, como la democracia electoral, parecieran hasta prescindibles.

Nuestra formación económico-social es de matriz colonial y su rasgo fundamental lo constituye la explotación extensiva de la tierra para la exportación de materias primas agrícolas de escaso valor agregado, cuya competitividad descansa fundamentalmente en la expoliación de mano de obra poco calificada, prácticamente sin derechos reconocidos y respetados, subordinada mediante relaciones sociales y de producción cuyo carácter tiene fuertes resabios serviles, insalubre, mal alimentada, culturalmente atrasada y sumida en la ignorancia. Es, además, mano de obra mayoritariamente indígena y rural.

Este modelo agoniza hace ya varios años, desde la "crisis" del café, a pesar de los efectos paliativos de los cultivos introducidos en gran escala el siglo pasado –banano, algodón y caña de azúcar– y la proletarización y urbanización de grandes cantidades de campesinos durante la corta vida de la la industrialización por sustitución de importaciones del Mercado Común Centroamericano en los años 60.

Con estos cambios apenas se logró paliar el problema, empujando, por sobrevivencia, a amplios sectores de la población a la lumpenización e informalización económica y a la migración ilegal hacia Estados Unidos, constituyéndolos así y paradójicamente, en los principales soportes del sistema. De hecho, tanto las 'remesas familiares' como la 'economía informal' son las principales fuentes de divisas y de empleo del país, para mencionar solo sus principales 'beneficios'. Sin contar, claro está, al narcotráfico.

En resumen, lo que no tiene remedio no es el cultivo del café, sino la dependencia de la monoexportación de materias primas agrícolas con poco o ningún valor agregado que además ya son producidas y comercializadas más eficientemente en otras áreas del planeta. O sea que, si así está constituido nuestro sistema económico social y a él son consustanciales nuestros más agudos problemas, no es que vivamos una crisis … o dos … sino que ésta es nuestra forma de vida.

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