sábado, agosto 12, 2006

Proceso votacional

Proceso votacional

Tanto los magistrados, ex magistrados, columnistas, reporteros y comentaristas que recientemente se han estado refiriendo al prematuro inicio del proceso electoral 2007 han estado mintiendo flagrantemente.

En Guatemala, el sistema que se graduó o alcanzó la edad adulta con la toma de posesión del ex presidente Portillo en 2000, no es electoral sino votacional.  Dicho sistema alcanzó la madurez en ese entonces al demostrar que es capaz de dar posesión a quien obtenga más votos, no importa cómo gobierne después y a pesar de los designios de los poderes fácticos del país. Alcanzó la madurez también porque demostró que el fraude electoral es cosa del pasado y los problemas que se siguen dando no afectan más la elección presidencial ni diputacional y los casos municipales en donde persisten, son aislados y resueltos por el mismo sistema.

Pero el sistema no es electoral.  Es votacional.  En términos generales es votacional, porque no se trata de elegir sino de votar.  Y es en torno al voto, a ese único acto, al que está dedicada la mayor parte del sistema.  Y para votar a quienes las cúpulas partidistas hayan impuesto como candidatos a todo nivel –presidencial, diputacional, municipal-, en solapada y no tan solapada negociación con los poderes fácticos del país o en abierta subasta a la oferta más cuantiosa.

Los partidos no son organizaciones ciudadanas, abiertas, formadoras de cuadros, con vida interna propia, doctrina y pensamiento en constante desarrollo y contraste con la realidad del país.  No son opciones de orientación de los destinos del país sino de repartición, más abierta en unos casos que en otros, de los privilegios que da el ejercicio del poder político en Guatemala, a saber: riqueza rápida e impunidad.

El sistema, por ejemplo, está hecho para que los partidos funcionen para las votaciones.  Nada más.  Si para ese caso no cumplen con los pasos internos, desde el municipio hasta el nivel nacional, salen del juego.  Pero el resto del tiempo, entre votación y votación, bien pueden desaparecer que no pasa nada. De hecho, el sistema financia la actividad partidaria solo para efectos de las votaciones y como resultado de ellas: según captaron votos así reciben apoyo financiero.  La llamada deuda política.

Pero para eso, los partidos tienen que postular candidato presidencial y obtener el 6% o más de la votación.  Es decir, solo pueden recibir financiamiento los partidos grandes que postulan candidato presidencial, los cuales por lo general no necesitan del financiamiento público. No les alcanza ni para los dulces.  Mientras tanto, partidos que solo postulen candidaturas diputacionales o municipales, se las espantan por su cuenta.

Otro ejemplo: el mapa distrital.  Este corresponde al mapa político del país y éste, se parece más que nada a la distribución colonial de encomiendas. La realidad económica, social, étnica y sobre todo demográfica del país es muy distinta.  De ahí, en parte, que carezcan de legitimidad las diputaciones y privilegien o tengan que echar mano del clientelismo más vulgar y ramplón para subsistir.  Más allá del canje de obras por votos, en parte por la distribución distrital de las votaciones, alcaldes y diputados de verse obligados a desarrollar una legitimidad más amplia y una cuentadancia aunque sea formal.

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