sábado, agosto 12, 2006

Facetas de la limpieza social

Facetas de la limpieza social

Para nadie es un secreto la matanza de supuestos delincuentes.  Decimos supuestos porque, a estas alturas de la carnicería, no está claro que todos lo sean.  La vida y su contenido, incluida la limpieza social eficientemente –aunque dudamos que eficazmente– llevada a cabo por el o con la venia y absoluta connivencia del Ministerio de Gobernación, no tiene solo dos caras como las monedas sino muchas más, como las perinolas, y además van cambiando.

Cuando se afirma que el Ministerio de Gobernación está implicado necesariamente, por acción o por omisión, se parte –entre otros muchos aspectos, empezando por el pasado político del actual Ministro– del hecho de que es imposible que el aparato, la organización, los recursos, la logística requerida para una carnicería que ha llegado a superar los veinte muertos en un día, tenga lugar sin ser o poder ser detectada por la policía.  Imagínense la cantidad de vehículos, de personal, de comunicaciones, de información –sobre todo, información o inteligencia– que son necesarios para secuestrar en un solo día a más de 20 personas y luego de torturarlas –¿dónde cabe esa cantidad de gente maniatada y dando de gritos por el dolor?– transportarlas impunemente junto con las armas con las que se les va a dar el tiro de gracia, hasta lugares transitados casi todos los días –pasando controles y retenes de todo tipo– para luego rematarlos y dejar sus cadáveres tirados muchas veces en plena vía pública.

En fin, la cuestión es que esta matanza no tiene solo buenos y malos en su haber.  De hecho, hay de todo, solo que unos aspectos son más relevantes por afectar a más personas o a intereses más poderosos, y otros aspectos no lo son tanto por lo contrario. Veamos.

Caso 1. Taxista vecino de populosa colonia del norte de la ciudad quien diariamente paga veinte quetzales de impuesto a una mara porque lo dejen llegar a su casa y salir al día siguiente a trabajar.  Un día, aparecen ocho miembros de esa mara torturados y con el tiro de gracia en Fraijanes. El taxista y ningún otro vecino ha vuelto a pagar impuesto alguno a nadie –ni a la SAT!– y ahora se jacta de que sus hijos otra vez pueden jugar en la calle.

Caso 2. Una familia de cuatro miembros, padres con hijo e hija, viven en populosa colonia del sur de la ciudad enfrente de una casa en donde un grupo de jóvenes vende droga al vecindario. Una noche, la fiesta de enfrente llega a los balazos y uno de ellos destroza una ventana y un mueble de la sala familiar.  El padre reclama a los jóvenes vecinos y recibe serias amenazas de muerte como respuesta.  Dos semanas después, durante un operativo policial, ocho miembros de otra mara (los competidores de los vecinos de enfrente) son capturados por la policía a unas cuadras de la casa del padre amenazado, enfrente de su negocio que es atendido por el hijo y la hija.  Ambos jóvenes también son capturados.  Dos días después aparecen, en tandas de cinco y en diferentes lugares fuera de la ciudad, los diez cadáveres torturados.  En la casa de enfrente a la de la familia ese día hay fiesta y hasta "echaron pino en toda la banqueta".

Caso 3. La sucursal de una famosa mara cobra peaje de entrada en una colonia que ocupa desde la orilla superior hasta el fondo de un barranco en el occidente de la ciudad.  El comité pro mejoramiento decide resolver directamente el problema, cansado de pedir apoyo de la policía. De hecho, al menos dos policías viven en el barrio y pagan calladamente su peaje.  El enfrentamiento llega a los hechos.  Seis mareros y dos vecinos muertos. Hoy, dos exmiembros del desaparecido comité de vecinos controlan a los mareros sobrevivientes que siguen cobrando el peaje.

Mientras tanto, la limpieza social es tan popular como la música texmex y hasta calcomanías han repartido sus partidarios para proclamar su apoyo.  Lamentablemente, al menos en los últimos cuarenta años, la lección ha sido que cada vez que empieza una oleada de asesinatos de delincuentes, se abre la puerta a la solución violenta de otros problemas.  Sabemos cuándo y por qué empezó, no dónde y contra quién terminará.

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